Mi nombre es Calixto Ariel Ordóñez Ávila, nací en 1992 en un barrio humilde de la capital de Honduras, en una familia trabajadora que realmente vivía la vida que a Dios le agrada con integridad. Mi padre y mi madre fueron personas comprometidas con la Iglesia y servían a los demás. Ambos eran personas respetadas y muy apreciadas, por eso desde pequeño tenía, como hijo suyo, la responsabilidad de hacer las cosas lo mejor posible. Desde muy pequeño recuerdo esa sensación de tener que hacer las cosas bien, y aunque desde pequeño creía y amaba a Dios, conforme fui creciendo lo malo de mi corazón se desarrollaba de tal manera que para dar la apariencia de ese “hijo bueno” recurría constantemente a la fachada. Daba la apariencia de vivir lo que agradaba a Dios y me acostumbré a mentir para esconder todo lo malo dentro de mí. También el orgullo se fue desarrollando a medida que iba creciendo y me daban responsabilidades en la iglesia, pero en lugar de vivir el Evangelio, que le agrada a Dios...
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