A día de hoy Dios me ha dado cordura, sanidad física y mental, no dependo de medicación y ha quitado ataduras y adicciones que nadie podía quitar. Me enseñó dónde podía acabar si seguía siendo yo el que llevaba las riendas de mi vida. Dios no se ha limitado a restaurar mi vida y dejar así de dar preocupaciones a mis seres querido también me ha bendecido permitiéndole conocer a Sara, en el grupo de jóvenes de la Iglesia, y dándome así más abundantemente de lo que pedía. He podido iniciar una relación con ella basada en la fe y en los principios que había destruido en el pasado, como el respeto en todas sus formas, y ahora disfruto de algo totalmente nuevo y con la seguridad de que Dios lo prosperará. Dios me ha permitido recuperar esa sensibilidad hacia las personas y la capacidad para hacer lo que tengo delante, cada imposible. Mi medicina es el Evangelio que me han enseñado en este Centro, al cual estaré eternamente agradecido.
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