La Vida Nueva de Luis Miguel Baeta


Gracias al Dios de oportunidades pude llegar al centro Vida Nueva salvándome así de un ingreso médico y de una ruina económica inminente. Es cierto que vi el imposible delante de mí, pero también una salida real. Mis viejas costumbres querían salir pero chocaban con un Evangelio vivo. Por fin habían personas que me decían la verdad y aunque eso chocaba con mi orgullo y en más de una ocasión quise abandonar, siempre se me trató con amor. No entendía cómo personas que no me conocían se preocupaban por mí y por mi situación y pude ver la insistencia que tenía Dios en mi vida a través de ellos. Pude empezar a dar mis primeros pasos de obediencia, lo cual me sacó de situaciones críticas y empecé a priorizar lo de Dios a lo mío. Poco a poco comencé a ver sanidad, cómo cambiaban cosas que nunca había podido cambiar y cómo todo iba poniéndose en orden.
A día de hoy Dios me ha dado cordura, sanidad física y mental, no dependo de medicación y ha quitado ataduras y adicciones que nadie podía quitar. Me enseñó dónde podía acabar si seguía siendo yo el que llevaba las riendas de mi vida. Dios no se ha limitado a restaurar mi vida y dejar así de dar preocupaciones a mis seres querido también me ha bendecido permitiéndole conocer a Sara, en el grupo de jóvenes de la Iglesia, y dándome así más abundantemente de lo que pedía. He podido iniciar una relación con ella basada en la fe y en los principios que había destruido en el pasado, como el respeto en todas sus formas, y ahora disfruto de algo totalmente nuevo y con la seguridad de que Dios lo prosperará. Dios me ha permitido recuperar esa sensibilidad hacia las personas y la capacidad para hacer lo que tengo delante, cada imposible. Mi medicina es el Evangelio que me han enseñado en este Centro, al cual estaré eternamente agradecido.

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