Josué Puma


Mi nombre es Josué Puma, nací en Perú, en una familia disfuncional; Soy un chico que pasó toda su vida buscando llenar el vacío que sus padres dejaron. Esa falta de amor me llevó a probar todo lo que este mundo puede ofrecer. Esto hizo de mí una persona dependiente de muchos vicios hasta que Dios tuvo misericordia de mi vida, y decidió darme esa libertad que me hacia falta.

Para poner en contexto mi situación, voy a empezar por mi infancia: Los recuerdos que tengo no son como los de cualquier niño, desde que tengo uso de razón siempre hubo discusiones en casa, peleas entre mis padres, la falta de una autoridad en casa era lo habitual. Toda esta situación hizo que perdiera el respeto a mis padres, llegando a pensar: Si mi padre no respeta a mi madre, porque lo tenía que hacer yo. Hasta los 6 años recuerdo estar siempre peleando con mi hermana mayor a la que no tenía ningún respeto, siempre fuera de casa porque prefería estar en la calle que con mis padres, que seguro me querían mucho pero no lo demostraban. A partir de los 6 años aumentó en mí la necesidad del amor de mis padres, intentaba llamar su atención como fuese. Pero casi nunca estaban en casa. A mi padre lo veía una vez al mes y mi madre estaba todo el día trabajando; podría decirse que me crié con mi hermana. Ese año mis padres se separaron, no fue un golpe muy duro para mí porque casi nunca los veía juntos. A partir de entonces mi actitud empezó a cambiar; creció en mí una rebeldía muy grande hacia mis autoridades, en casa no estaba de acuerdo con lo que me decían mis padres, y en el colegio siempre estaba en problemas porque me gustaba llamar la atención y eso me llevaba a peleas con mis compañeros y a tener que cambiar de colegio cada 6 meses porque nadie me aguantaba. A los 7 años mi  madre se fue a vivir a España, recuerdo que me dolió mucho, porque sentía que me había abandonado. Me marcó mucho.

Me fui a vivir con mi padre que estaba todo el día trabajando, mi hermana con sus amigas y yo buscándome la vida como podía. Recuerdo que con 12 años empecé a tener todo tipo de relaciones. Mi mente se fue pervirtiendo de tal manera que ya no podía ver a nadie con una mirada limpia; la pornografía se volvió una adicción a muy corta edad. Con 13 años empecé a fumar y con 16 a beber. La situación en el instituto era terrible, vivía un fracaso escolar enorme, llegue a pasar de curso gracias a que mi padre era amigo de mis profesores y que yo pagaba a mis compañeros para que me hiciesen los deberes y me dejaran copiar los exámenes. En este punto sentí que había tocado fondo porque pensaba que mi vida no valía la pena, “Si esto es la vida, no quiero continuar con ella”. Todo el tiempo estaba pensando en suicidarme porque no encontraba una salida. Ya nadie soportaba estar a mi lado por mi actitud egoísta y manipuladora. 

En esa situación mi madre me llamo desde España y sugirió que me fuera con ella a vivir en un centro de rehabilitación en Navarra. Conocía mi situación y yo quería probar algo nuevo aún sin conocer de Dios, quería cambiar de aires. Decidí venir a vivir a España con 17 años. Mi ingreso en el centro fue rápido. “Gracias a Dios”. Una vez en el centro mi manera de vivir chocó con las normas del centro, no había trabajado en la vida, nunca me había sometido a una autoridad, y tampoco había hablado con nadie de lo que vivía por dentro. Mi orgullo no me dejaba reconocer mi verdadero problema, pues pensaba que dejando las drogas y el alcohol ya eran suficientes, pero no. Tampoco podía abrir mi corazón, no podía dormir por las noches por todo lo que llevaba dentro. El cambio fue todo un proceso, pero recuerdo una palabra que me dijo el pastor: Ríndete, no luches con los que quieren ayudarte. A partir de entonces empecé a obedecer muy poco a poco, aprendí a ser transparente, a confesar mis pecados, a abrir mi corazón a aquellos que querían ayudarme, aprendí a sujetarme a mis autoridades; la relación con mis padre fue mejorando mucho. Dios me dio la gracia de poder estudiar y ser un referente en mi instituto; se que es por gracia porque en los estudios era un fracaso. También se me dio la oportunidad de trabajar para una empresa que me contrató inexplicablemente, aun sabiendo lo torpe que soy y que estaba aprendiendo a trabajar. Las ataduras a la pornografía y la lascivia se fueron desvaneciendo de mi vida, a través de la obediencia y porque creí con todas mis fuerzas que Dios podía hacerme libre de cualquier atadura. Y dejé de buscar el amor que por tanto tiempo procuré, porque desde el mismo instante que pisé Vida Nueva me sentí amado.

Es verdad que todavía me queda mucho por cambiar, pero ahora puedo decir que no soy la persona de la que hablé al principio de este relato, Dios me ha dado una vida nueva.



Comentarios

  1. Que privilegio poder leer estos testimonios que dan una enorme esperanza a aquellos que queremos más de Dios.
    Y creo que tu vida ya no es esa, se puede ver ese corazón que quiere parecerse a Jesús en tu vida. Gracias Josué por abrir el corazón.

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  2. Que bueno que abriste tu corazón sobre todo a Dios. Y que ahora seas un chico distinto al que eras antes... saludos y bendiciones en todo amigo... un abrazo hasta España

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  3. Que bendición!!! Cuan grande es Dios, TODO lo hace bien. Gracias por abrir tu corazón.

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  4. ¡Qué palpable y claro se ve en tu testimonio cómo la sencilla obediencia cambia una vida! Muchísimas gracias por abrir tu corazón así, para que se vea la Gloria de Dios en ti. Me ha gustado muchísimo ver cómo una fe que obedece (que cree la Palabra y la sigue) puede hacer milagros. Eres una bendición Josué y da gusto estar contigo. ¡Gracias!

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  5. Gloria a Dios
    Doy gracias al Padre por todo lo que hizo, hace y hara a través de tu vida - Porque para Dios no hay nada Imposible
    Creo que tu vida traerá muchisima Gloria de Dios en esta tierra. Gracias a Dios que te has rendido. Un fuerte abrazo

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  6. Qué bueno ha sido Dios contigo y cómo has tenido la valentía de contar sus maravillas. Gracias!

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