Keiry Barahona






Hola, mi nombre es Keiry Barahona. Nací en 1992 en Honduras, mis primeros recuerdos no son unos que quisiera recordar, pues recuerdo mucha violencia en mi casa por parte de mi padre hacia mi madre. Esto partió profundamente mi corazón hasta el punto de llegar a tenerle mucho miedo a mi papá. Tanto mi hermano como yo crecimos en ese ambiente violento, lleno de pleitos, odio, egoísmo, desamor, etc. Éramos una familia llena de carencias, y sobre todo falta de paternidad y esto me afectó mucho en el área emocional y más tarde en mi carácter.

Recuerdo que entre los 8 y los 9 años sufría una gran agonía, solo de imaginarme que le podía pasar algo a mi madre, me llené de temores de que mis seres queridos desaparecieran de mi lado. Mi mente era tan vulnerable que cualquier pensamiento me hacía muchísimo daño y me sentía impotente para sacarlos de la cabeza. Mi inocencia fue robada desde muy pequeña viendo cosas que todavía no debía de haber visto, mi mente terminó muy sucia, confundida y muy dañada. Era muy acomplejada y tenía sentimientos de soledad y miedo. Llevando yo sola la carga porque no podía contárselo ni a mi madre. Mi padre se fue de casa y más tarde terminaron por divorciarse, y eso quebró por entero mi corazón. Mi madre, mi hermano y yo nos encontramos en una gran necesidad económica y así mi madre tuvo que ir a trabajar incansablemente para mantenernos. Ahora veo que Dios nunca nos abandonó, nos mantenía a flote.

No podía cambiar mi vida, aún sabiendo que lo que hacía estaba muy mal, no podía dejar de hacerlo.

A los 13 años mi madre se vino a España buscando una salida afortunada para nosotros. Mi hermano y yo nos quedamos en Honduras y esto volvió a hundirme mucho más abajo, pues notaba la no solo la ausencia mi padre sino ahora también la de mi madre. Ya me sentía sin padres, en desamparo, desprotegida...y todo lo acumulado brotó desde lo profundo de mi ser en forma de rebeldía y maldad especialmente contra la persona que quedó a nuestro cuidado. Empecé a vivir mi vida como yo quise y sin dar cuentas a nadie. Conocí a un chico al que me aferré con todas mis fuerzas, creyendo que él era el que llegaría a llenar todo el vacío de mi vida, y así, de esa manera, se convirtió en la razón de mi existir. Pero al llegar la noche, seguían todos mis miedos, mis temores me rodeaban, me torturaban. La relación con mi hermano se rompió, solo había odio, nos dañamos, lo perdí, quedé sola y no me importó. Mi corazón era frío, ya no tenía sentimientos. Yo le pedía ayuda a Dios, no podía más. No podía cambiar mi vida. Sabía que lo que hacía estaba muy mal, pero no podía dejar de hacerlo. 

Fue ahí cuando empezó un gran deseo de cambiar. En mi interior yo sabía que sólo Dios podría cambiarme. A los 18 años mi madre vino a Honduras para traernos a España. La adaptación a este nuevo país fue muy dura. Más tarde mi novio también vino y aferrada a él y llena de rebeldía, aprendí allá a donde iba, todo lo sucio y feo que se puede aprender. Mi mente seguía llena de pensamientos torturadores y mi vida continuaba arruinándose hasta que traspasé los límites de la cordura. Era prisionera de mis pensamientos y sentimientos y de mi propia rebeldía. Mi mejor deseo era, tener el poder de no despertar por la mañana, mi vida era una agonía interminable. Mi madre me llevó a psicólogos muy buenos, pero no podían ayudarme con todos sus tratamientos, no daban resultado. Dejé mi trabajo y me aislé. Decidí vivir para mí misma, y pedía a Dios que me llevara con Él, que me dejara morir. 

¡Sí! Dios me estaba sacando de mi pozo profundo

Un día mi psicólogo me llamó para comunicarme que había encontrado un centro de rehabilitación en Pamplona, en el cual ella creía que me podrían ayudar, y fui para no hacer sufrir más a mi familia. Me recibieron con muchísimo amor. Podía ver en su trato el amor del Señor Jesús y ahora me acuerdo de esta palabra que dice en la Biblia: "De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven…" Me sentí amada, respetada, dignificada, era un trato tan familiar, parecía que los conociera de toda la vida. Cubrieron todas mis necesidades, con gran generosidad, sin condiciones, y así sigue siendo hoy en día.

Así también es que encontré el amor de Dios. Recibí a Jesucristo en mi corazón y con Él puedo aprender a luchar contra mis angustiadores, mis pensamientos, mis miedos, rebeldía y ese gran etc. que llenó mi vida de miseria y podredumbre. ¡Sí! Dios me estaba sacando de mi pozo profundo, la esperanza comenzó a llenar mi corazón. Me enamoré de Jesucristo, ya no podría vivir sin Él. Él es el sentido de mi vida, la razón de mi existir. Aprendí a vivir bajo su autoridad, a obedecer por gratitud y amor. Ahora soy su hija al llevar a Jesucristo en mí. Y su amor hacia mí es de Padre. Me ha prometido estar siempre a mi lado, protegerme, cuidarme, corregirme…

Ahora cuando vienen esos angustiadores a mi mente, Él no solo me enseña a luchar, sino que lucha conmigo a mi lado. Y siempre vence. Me ha hecho más que vencedora. Y puedo gozarme, danzar, sonreír, amar, perdonar, y enseñar a otros como salir del pozo y seguir a Jesús, el Señor.

Quisiera terminar agradeciendo a Dios primeramente por haber fijado sus ojos en mí, por haber traído su salvación y su vida a mi corazón. Por amarme y buscarme hasta encontrarme.

También toda mi gratitud desde el pastor, su esposa, y familia, a cada responsable del Centro por todo el amor, consejo, dedicación que he recibido a cualquier hora y momento del día, siempre que lo he necesitado. Realmente he encontrado en este lugar un verdadero hogar, una verdadera familia.

¡¡Gracias Dios mío por tus planes de bien sobre mi vida, toda la gloria sea para Ti!!

Comentarios

  1. Leyendo tu testimonio Keiri, me viene a la mente la canción de Adrián Romero: buscando refugio. De qué manera llegamos a causa de las tempestades... y de que manera nos limpia de las heridas que el camino nos causó. Y como cubre nuestras espaldas con el manto de perdon. Y has podido entender y experimentar que las heridas de Sus Manos y Sus Pies fueron por ti...

    ResponderEliminar
  2. Gracias por abrir tu corazón y ver que Dios es fiel.

    ResponderEliminar
  3. Gloria a Dios y muchas gracias por abrir tu corazón

    ResponderEliminar
  4. Gloria a Dios!!
    Él es nuestro padre bueno y fiel,eres un milagro de Dios.
    Gracias por abrir tú corazón.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. ¡¡¡Gloria a Dios¡¡¡ Gracias por abrir el corazón Keiry. Hoy tu vida sólo refleja lo que el profundo amor de Dios puede hacer. Dios ha hecho una obra perfecta en ti y lo veo cada día, solo hay que estar un ratito contigo para ver lo enamorada que estás de Jesús.

    ResponderEliminar
  6. Gloria a Dios por tu vida keiry, te vi llegar y he podido ver de cerca tu transformación, realmente eres un milagro, muchas gracias por abrir tu corazón, eres un vivo ejemplo de que Dios sigue haciendo milagros hoy, hoy eres luz , eres otra persona , que cierto es que Dios te ha dado una vida nueva. Toda la gloria a Dios!!

    ResponderEliminar
  7. Me asombra comprobar la imposibilidad de relacionar la Keiry de la que hablas con la Keiry que conozco... Realmente el cambio en tu vida ha sido total, verdadero y duradero.
    Muchas gracias a Dios por tener todo el poder y a tí por abrir así el corazón.

    ResponderEliminar
  8. Estoy de acuerdo con que el Señor hace nueves todas las cosas. Es una bendición verte dando de lo tuyo para ayudar a otros.
    Muchas gracias, un abrazo muy grande.

    ResponderEliminar
  9. Gracias por abrir tu corazón, Keiry. Es un regalo estar contigo y oírte cantar mientras trabajas, aún al final del día. ¡Realmente Dios es bueno y su misericordia es para siempre!

    ResponderEliminar
  10. Gracias keiry por abrir tu corazón.
    Realmente hay mucha gloria de Dios en tu vida, estar cerca de ti es un privilegio y ver la preciosa obra de Dios en tu vida es un regalo... Eres una mujer del Reino.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario