Antonio Lamolda


Me llamo Antonio. Hace 56 años nací en un pueblo de Valencia, en una modesta vivienda, con un corral de ovejas, en medio de arrozales, siendo el sexto de siete hermanos.

Tengo recuerdos de una madre abnegada para sus hijos, trabajadora, incansable y una gran esposa. Recuerdo como nos llevaba al pueblo con el carro y el caballo y nos tapaba con la manta al atardecer. Como lavaba la ropa por las acequias, y como estaba día y noche entregada a sus hijos. Yo crecí bastante independiente y encerrado en mi mismo. Mi padre se marchó a trabajar a Suiza cuando yo tenía aproximadamente 6 o 7 años. Eso hizo que un hermano mio tuviera la autoridad en casa, y no siempre la ejerció correctamente conmigo. Se fue creando en mi un corazón rebelde y propenso al mal. Desde niño empecé a fumar y robar de manera casi habitual. Despreciaba la autoridad de mi madre principalmente, en primera instancia, por la ausencia de mi padre y cuando él volvió definitivamente, al cumplir yo los 13, también la de él.

No pasó mucho tiempo para que esa rebeldía provocara un primer ingreso en la prisión de Castellón, y aumentando así mi maldad. En el año 1981, ingresé en la cárcel Modelo de Barcelona, pasando después un periplo por varias más. Con la reforma que se hizo de la prisión preventiva salí, y al ver las fuertes condenas que me iban a caer, y el tiempo de servicio militar que ya me tocaba, decidí huir.
Estuve por varias provincias hasta que en 1984 fui a buscar a un sacerdote de Madrid en el barrio de Entrevias, que estaba acogiendo a gente en mi misma situación. Por mediación de él, una asociación me escondió en Santander y posteriormente en Navarra. Cuando las condenas estaban a punto de prescribir (10 años) vinieron a detenerme pero pude huir nuevamente. Con el tiempo se hizo una campaña a nivel nacional sobre mi caso y me dieron dos indultos consecutivos (hecho este que creo que es único).

Desde bien pequeño creía creer en Dios, el Dios oficial de aquellos tiempos, pero nunca obedecí en nada. De mi creencia en Dios recuerdo un ingreso en nochebuena tras un traslado a las 12 de la noche sin cenar y mientras lloraba pidiéndole que me sacara de esa. Creía en mis bondades y me consideraba “buena persona”, ese era el engaño de mi corazón, que aun haciendo tanto daño a tantos no veía ni mi maldad ni mi pecado. Empecé a trabajar y conocí a la que ahora es mi esposa. Nos juntamos dos razas diferentes, hijos diferentes y realidades diferentes; con mucha ilusión y creyendo que ya las adversidades habían pasado, pero seguía de espaldas a Dios.

Durante unas vacaciones comencé a ponerme nervioso y preocupado y sin muchas ganas de volver a trabajar. Cuando me incorporé al trabajo, mientras conducía un camión, de repente no pude continuar, es como si se pusiera todo negro. Llamé a la empresa y me vivieron a recoger. De camino a urgencias era consciente que algo serio me pasaba y lloraba. A los pocos días ingresé en la unidad de hospitalización psiquiátrica de Virgen del Camino. La cosa se fue complicando y fui de centro en centro en un peregrinar que empeoraba (UHP, Padre Meni, Parque el mundo…). La cosa empeoró debido a complicaciones físicas de mi esposa, así que el Gobierno de Navarra tuvo que intervenir con mis hijos menores llevándolos a un centro de día. Quisieron ingresarme de manera definitiva en Padre Meni en Elizondo, pero mi esposa no estuvo de acuerdo. Se dictaminó bajo la ley de dependencia que acudiera de manera crónica al Centro de rehabilitación Psicosocial Arga hasta la tarde ya como única alternativa al ingreso total. Durante ese periodo conocí una iglesia evangélica y aunque no me enteraba de mucho empecé a acudir a los cultos. En el centro Arga, una trabajadora me dijo que me iban a retirar a mis hijos y estuve todo el día nervioso esperando llegar a casa para decírselo a mi esposa. Fuimos a hablar con los responsables del centro de día y no lo desmintieron. Ese fue un gran revulsivo para mí. Hablé con el que era mi pastor entonces y me informó sobre el centro Vida Nueva. Concertamos una entrevista enseguida. Yo iba con la intención de ingresar un hijo mayor por su problema, no viendo el mio, entre otras cosas porque no era consciente. Después de hablar con el Pastor Luis Nasarre, hablamos con su esposa, Maricarmen y recuerdo perfectamente como mirándome a los ojos me dijo que el que necesitaba ingresar era yo. Ese mismo día, de camino a casa, decidí que si. Y fue ahí donde empezó el camino de la obediencia.

Estaba bastante mal psiquiátricamente. Me costaba mantenerme en pie, trabajar, estar despierto…pero no se cómo, lo conseguía. Fueron pasando los meses y empecé a notar que me costaba razonar y que la medicación me frenaba, me “embotaba”. Se lo decía a la médico del centro y ella siempre me redirigía a mi psiquiatra para mayor control de la medicación. Empecé a acudir fines de semana a casa, y yo iba notando en mí una mejoría sin ser todavía consciente de lo que estaba ocurriendo.

Tras un percance familiar serio, tuve que abandonar el centro voluntariamente, pidiendo previamente consejo a mi pastor, como había aprendido en el centro. La mejoría fue en aumento y le explicaba a la psiquiatra lo mal que me sentía con la medicación, sobre todo con un inyectable mensual que me ponía. Después de retirarme toda la medicación menos el inyectable, me mando llamar y me dijo que iba a hacer una cosa que no se había probado, ponerme medio inyectable. Me dijo que me pasara por las mañanas a ver como estaba y yo seguía estando igual. Entonces un día dijo: “Espero por Dios que no me arrepienta”, y me quitó toda medicación hasta el día de hoy. No puedo desde ese día dejar de  dar gracias a Dios por todo lo que ha hecho en mi vida, lo que comprendo y lo que no y siento no poder servirle tanto como desearía.

Conseguí sacar a mis hijos de la tutela del gobierno y dedicarme a ellos y a Dios. Sigo teniendo adversidades, oposición y grandes luchas, pero no aparto los ojos de Jesús ni me olvido de donde me sacó. Amén

Gracias al Centro Vida Nueva, pastores, responsables, usuarios, iglesia evangélica del barrio de San juan, médicos, mi familia…

Y a DIOS, a Él sea TODA la gloria!!!!!!!!

Comentarios

  1. WoW! ¡Tu vida es un milagro Antonio! ¡Gloria a Dios! podemos ver el obrar del Señor en tu vida a través de Vida Nueva.
    ¡Gracias por compartirlo!

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    1. DIOS ES BUENO ! Y sus planes son perfectos,Eres un milagro y un instrumento escogido por Dios para hacer su voluntad y ser un soldado que le agrada a Él.

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  2. No puedo decir otra cosa que verdaderamente Dios es Todopoderoso, nada es imposible para El. Conozco a Antonio y su familia y puedo decir que son un milagro de Dios.

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  3. Hola Antonio. Tu testimonio me recuerda aquellas de palabras de Jesús, cuando decía de sí mismo: "Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres". Me alegro mucho por todo lo que ha quedado atrás en cuanto a tu vida pasada, y por todos los avances familiares que comentas, seguro que aún va a hacer más cosas el Señor. Muchas gracias por compartir con todos de forma tan clara y valiente lo que un día fue tu vida, ¡gloria a Dios! Un fuerte abrazo

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  4. Cuando estemos con Dios cara a cara y acabe de caer la última lágrima en nuestro peregrinar es cuando realmente seremos conscientes de todos lo que
    Dios ha tenido que hacer para recuperarnos... gracias Dios por amarnos de tal manera y por poderlo ver una vez más en la vida de Antonio...

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  5. Muchas gracias por abrir tu corazón

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  6. amen.. Dios es misericordioso y bueno

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  7. bendito sea el señor por su paciencia y amor...

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  8. Muchas gracias Antonio por abrir el corazón y ser vivo testimonio del poder y la misericordia de Dios con nosotros.

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  9. Madre mía Antonio, me ha impactado muchísimo tu testimonio, es innegable la Gloria de Dios. Gracias por compartirlo!

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